Paseaba, como hago a menudo. Pensando en mis cosas. De noche ya, todo oscuro... bueno, es un decir, nunca está oscuro: siempre hay un bosque de farolas que disrumpe esa magia tenebrosa... solo alguna que otra oveja negra de ese rebaño galvánico, esas que siempre están rotas y titilan, dan ese cariz propio de una novela de las series de Dixon Hill.
Y como a menudo, mi cabeza estaba en otra parte. Arriba, exactamente. Muy arriba. Más allá de Orión. O en el propio, entre Alnitak, Alnilam, y Mintaka.
Tal vez debería de dejar de mirar arriba... más de una vez me he pegado un batacazo, o dos. Pero demonios, es todo demasiado hermoso para no mirar… ¿Queréis un consejo? La próxima vez que estéis solos, solos en la oscuridad de la noche, mirad arriba. Arriba. Muy arriba. Y si las farolas os molestan, como a mi, buscad al pétalo negro de la flor, aquella que haya pasado a mejor vida, y guareceos bajo su sombra. Tal vez así podáis ver aquello a lo que me refiero. Tal vez así podáis ver lo que yo veo, a través de mis ojos. Aunque el fantasma lumínico siempre estará ahí… maldito sea el progreso.
Mañana por la mañana, muy de por la mañana, saldré otra vez. La Luna estará allí, como siempre, guardando la noche. Con algo de suerte, podré aún ver el rojo Marte… y Venus estará alumbrando aún: ni siquiera el saliente Sol podrá paliar su belleza.
Mañana por la mañana, muy de por la mañana, cogeré y meteré la mano en la negra tierra húmeda. Sacaré un puñado y la guardaré en mi bolsillo… luego la sacaré, la esparciré, y el viento hará todo lo demás…
Tal vez debería de dejar de meter la mano en la tierra… más de una vez me he manchado todo, o me he encontrado algo desagradable. Pero… es demasiado sublime para no hacerlo… ¿Queréis un consejo? La próxima vez que estéis solos, solos en la oscuridad de la mañana, mirad abajo. Abajo. Muy abajo. Y si no encontráis un lugar donde coger tierra, seguid buscando. Y si no halláis un lugar donde esparcirla, seguid caminando. Tal vez así podáis sentir aquello a lo que me refiero. Tal vez así podáis sentir lo que yo siento, a través de mis propias manos. Aunque cierto es, que poca tierra negra y húmeda nos queda ya… malditos seamos nosotros.
Y como a menudo, mi cabeza estará en otra parte. Abajo, exactamente. Muy abajo. Más allá de Orión. Porque cuando ves las cosas así, cuando se siente así, el arriba y el abajo, son siempre lo mismo. Y Orión está en todas partes.
Pasearé, como hago a menudo. Pensando en mis cosas. De mañana ya, todo claro... bueno, es un decir, nunca está del todo claro... nunca.
Al fin, he visto algo más, algo más allá de Orión. Y no son naves en llamas, ni demás malas traducciones… es algo más.