Ratas

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Este relato ya fue publicado en "Nanorobótica para gusanos de seda" (que recomiendo que visitéis, maldita sea) en enero de este año... pero lo vuelvo a publicar, como haré con muchas cosas que haya publicado en el pasado... (bastante me cuesta ya escribir como para que se olvide ¬¬). Me gustaría aclarar que ninguna rata fue herida en la escritura de este relato, aunque alguien disparó a un pato.

Correteaban por las alcantarillas... subían, bajaban y volvían a subir. Mordían cables, tuberías. Antes de que te dieras cuenta, te podían devorar un brazo limpiamente... dejando solo un par de tendones infectos alrededor de una columna de hueso...
Su apetito era insaciable. Su voracidad inmedible. Comen, tragan. Quieren más. Nunca hay suficiente. Y todas son iguales... bueno, todas no... las hay gordas, negras, con los ojos inyectados en sangre, las hay de tamaño de conejos o del tamaño de musarañas... pero siguen siendo ratas...
¿Sabes qué?
- ¿Que?
Que aunque sean ratas, aunque sean gordas y malolientes, aunque en sus tripas se digieran partes de niños, de animales muertos, de desperdicios, aunque devorarían a uno de nosotros sin remordimiento si tuviesen la ocasión... las prefiero a los que viven arriba... son lo mismo, pero al menos estas son sinceras con sus intenciones.
- ¿Quieres otro trozo?
Si, claro...
- No está tan tierna como siempre...
Te he dicho que las blancas están mejor.

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